Una noche al acostarse, Carlota encuentra un fantasma pequeñito en su cama. Pronto descubre que el fantasma no sabe compartir. A pesar de que su estribillo “¡Mío!” resuena por toda la casa, él y la paciente Carlota se hacen muy buenos amigos. Al día siguiente, preparan tortitas, juegan y aprenden de paso que todo resulta más divertido cuando se comparte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario