Por que para tener paz y tranquilidad en el corazón, hay que proclamarlas.
Hay que sentirlas en el alma.
Hay que compartirlas.
Hay que llevarlas en el bolsillo y de vez en vez ponerlas sobre la mesa.
Hay que difundirlas.
Hay que cantarlas.
Hay que congestionar con paz y tranquilidad las montañas y sus vecindarios.
Hay que colgarlas en la casa y recordarlas, en todo momento.
Es cierto, la paz y la tranquilidad son nuestras, pero hay que invitarlas a estar entre nosotros, cada instante.
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